China y Estados Unidos inician este viernes en Beijing una ronda de discusiones de dos días entre funcionarios de alto nivel que tendrá repercusiones planetarias. El interés mayor de ambos gobiernos es hallar mecanismos de compensación para evitar una guerra comercial, que es rechazada por las principales capitales del planeta como un grave perjuicio para la economía mundial.
La delegación estadounidense, encabezada por los secretarios del Tesoro, Steven Mnuchin, y el de Comercio, Wilbur Ross, buscará junto a sus homólogos locales aliviar las tensiones que empujan a las dos mayores economías del mundo a una guerra comercial.
También integran el equipo enviado por Washington el representante de Comercio Exterior, Robert Lighthizer, y el asesor de la Casa Blanca para comercio e industria, Peter Navarro. Liu He, el principal asesor económico del presidente de China, Xi Jinping, lidera la delegación china para los contactos, que -según analistas- podrían no producir avances dada la rivalidad cada vez mayor en tecnologías estratégicas.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dijo que espera que las relaciones con Beijing se mantengan equilibradas. “¡Nuestro gran equipo financiero está en China intentando negociar un campo de juego nivelado en el comercio!”, dijo en Twitter.
El objetivo del mandatario es que China rebaje en 100.000 millones de dólares su superávit comercial con EE.UU., que en 2017 se ubicó en 375.000 millones de dólares. Por ello, Trump ha amenazado con imponer aranceles a las importaciones chinas por valor de 150.000 millones, a lo que Beijing ha respondido con represalias por valor de 50.000 millones de dólares a productos estadounidenses.