El gobierno de China ha estado buscando consejo de sus ‘think-tanks’ y asesores políticos para contrarrestar posibles sanciones comerciales por parte del presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Pekín reconoce que están preparándose para lo peor. Los asesores creen que es más probable que el gobierno de Trump imponga aranceles más altos en sectores específicos en los que China tiene un gran superávit con Estados Unidos, como el acero y los muebles, o en las empresas estatales. No obstante, China tiene en su poder un amplio abanico de opciones para contrarrestar los ataques de EEUU. Por un lado cuenta con gran influencia política en parte de Asia, un imponente ‘arsenal’ financiero y una consumo de importaciones creciente.
Las opciones que baraja Pekín
China podría responder con acciones tales como encontrar proveedores alternativos de productos agrícolas o maquinaria y bienes manufacturados, reduciendo al mismo tiempo sus exportaciones de productos básicos de consumo como teléfonos móviles o portátiles.
Otras opciones incluyen imponer impuestos u otras restricciones a las grandes empresas estadounidenses que operan en China o limitar su acceso al creciente sector de servicios del país, agregaron las fuentes consultadas.
China está en el punto de mira
Pekín ha sido objetivo particular de la retórica de Trump durante la campaña electoral del año pasado, y los funcionarios creen que algunas fricciones son inevitables debido al gran superávit comercial de China, según varias fuentes involucradas en las discusiones internas.
La Oficina de Información del Consejo de Estado de China, el brazo de relaciones públicas del gobierno y el Ministerio de Comercio no han contestado a las preguntas enviadas. “Todavía hay espacio para que ambas partes resuelvan los problemas a través de la cooperación y la consulta, en lugar de recurrir sólo a represalias”, asegura un asesor de política que habló bajo condición de anonimato.
“Pero debemos tener planes en caso de que las cosas salgan mal”. El primer ministro Li Keqiang dijo la semana pasada que Pekín no quería entrar en una guerra comercial con Estados Unidos e instó a las conversaciones entre ambas partes para lograr un terreno común.
El secretario del Tesoro estadounidense, Steven Mnuchin, también dijo la semana pasada que el gobierno de Trump no quería guerras comerciales, pero que ciertas relaciones necesitaban reexaminarse para hacerlas más justas para los trabajadores estadounidenses.
No se han anunciado medidas importantes de Estados Unidos y no hubo indicios públicos de las intenciones de Washington sobre el comercio el fin de semana cuando el Secretario de Estado Rex Tillerson visitó China. Se espera que Trump sea el anfitrión del presidente Xi Jinping el próximo mes.
Sin embargo, lo incierto del futuro se plasmó el sábado en un comunicado después de la reunión de ministros de finanzas en el G20 en Alemania, en la que no se hizo mención al compromiso de mantener el comercio global libre y abierto ante la tendencia proteccionista de EEUU.