Si hay un valor en la Bolsa que es un buen termómetro de la economía mundial, esa es la americana Caterpillar, líder mundial en producción de maquinaria pesada para construcción, minería y otros mercados de transporte. No hay sitio en el mundo donde no te encuentres una Caterpillar trabajando y esa exposición mundial a la industria hace de la compañía basada en Illinois una buena representante del crecimiento natural del PIB mundial y la ciclicidad propia de las industrias, tal y como apunta A. Espelosín en Cinco Días.
Esta compañía emplea en el mundo a más de 100.000 personas, sus ventas rondarán este año los 63.000 millones de dólares –con un margen sobre EBITDA del 20%– y vale en Bolsa más de 126.000 millones de dólares. Su mensaje es muy fácil de entender para el inversor, con sus más de cuatro millones de máquinas funcionando en el mundo.
Las acciones en Bolsa suben o bajan si se generan o no beneficios empresariales. Es absurdo y sencillo, pero es así, y para generar ganancias de forma consistente en el largo plazo debes tener un buen negocio, con altas barreras de entrada, un buen equipo de gestión, control de los márgenes, capacidad de fijar precios y un mercado de consumidores creciente. Cuando tienes todas estas cosas, al final tu negocio a pesar de la ciclicidad intrínseca de la industria y la no linealidad, va a generar beneficios crecientes y probablemente tus competidores irán cayendo por el camino.
En los últimos 30 años Caterpillar ha generado en Bolsa una rentabilidad incluyendo dividendos del 14,1% anual, frente al 10% anual del índice S&P 500 y del 9,8% del S&P 500 Industriales. Aunque en el camino ha habido ciclos alcistas y bajistas, para aquellos tenedores de acciones que no tienen prisa ha sido una inversión imbatible. Incluso frente al todopoderoso Nasdaq 100, que ha subido un 13,9% en 30 años. Al final, la implementación de esta filosofía de inversión basada en fundamentales se topa con lo más difícil de todo, y es enfrentarse a la paciencia y al tiempo. En el largo plazo todo se explica muy bien, pero la realidad es que luego las emociones nos impiden aguantar la inversión cuando ganamos demasiado o nos limitan a la hora de comprar porque pensamos que las acciones caerán más y no es bueno comprar cuchillos cícliclos cuando están cayendo.