Tubacex ha presentado ante los inversores su nuevo plan estratégico 2024-2027, al que ha bautizado como NT2, un juego de palabras entre “nueva transición” y “nueva Tubacex”. El nombre escogido por la alta dirección del grupo que encabeza su CEO, Jesús Esmoris, es una declaración de intenciones de la gran apuesta de la tubera vasca: conquistar el nuevo mundo verde, un negocio en el que ve un potencial de facturación de hasta 1.500 millones en 15 o 20 años. Para ello, la compañía valora dar entrada a nuevos socios financieros.
Tubacex viene de alcanzar, dos años antes de lo previsto, los objetivos que se fijó en el plan anterior. Con esta carta de presentación, la empresa quiere convencer a los inversores de que su futuro, del que a día de hoy dependen 2.500 empleados, pasa por convertir el área Low Carbon en su joya de la corona.
De hecho, prevé que esta división pase de absorber un 28% de la inversión en I+D+i (2022) a captar el 80% de esta partida ya en 2025. La meta es ambiciosa. Históricamente, la compañía ha estado muy expuesta a los vaivenes del mercado de los hidrocarburos, de hecho, a día de hoy, las áreas Oil & Gas todavía acaparan el 42% de las ventas.
La compañía no esconde que el liderazgo de estos nuevos negocios vinculados a la transición energética puede pasar por sellar nuevas alianzas. No a cualquier precio. Así lo matizó Esmoris durante el Captial Markets Day que la compañía celebró este martes en Madrid, en el que afirmó que el grupo estaría dispuesto a traspasar a una participación a un socio si este aporta cierto valor añadido y no sólo financiación. Por ejemplo, el CEO de la empresa con sede en el municipio alavés de Llodio indicó que un punto a favor para los potenciales socios será allanar el camino a Tubacex hacia una cartera de clientes a la que ahora no alcanza.
La compañía, que cerró el tercer trimestre del año con una facturación récord de 642 millones de euros, un 22% más que en los nueve primeros meses de 2022, aspira a más que triplicar sus ingresos de cara al final del periodo, lo que supone llegar a 2027 con un volumen de ventas anuales de hasta 1.400 millones. Todo ello, con una estricta “disciplina financiera” y un dividendo atractivo para los accionistas, esto es, un pay out de entre el 30 y el 40% del beneficio, en línea con el fijado en el plan estratégico anterior.
El control de la deuda será una prioridad para la compañía, según se desprendió de las intervenciones del CEO y del director financiero, Guillermo Ruiz Longarte, quienes especificaron que la meta del grupo será mantener la ratio de apalancamiento por debajo de las 2 veces ebitda, frente a las 2,5 veces actuales.
“La previsión es que el apalancamiento disminuya año a año, aunque se afronten diferentes operaciones de crecimiento inorgánico”, señalaron desde la compañía. La idea es que el endeudamiento no supere esta barrera de forma estructural, aunque el plan de Tubacex admite desvíos puntuales de dicha senda. Respecto a las previsiones de crecimiento inorgánico, el CEO incidió en que buscarán operaciones corporativas únicamente “cuando tengan sentido”.
El grupo tiene en la diana las soluciones industriales para nuevos combustibles renovables, como el hidrógeno o el amoniaco verde, y los proyectos de captura de carbono, en los que ve un potencial de ingresos de entre 400 y 500 millones de euros, alrededor de la mitad de la facturación total con la que el grupo prevé cerrar 2023, unos 850 millones.