La descarbonización de materiales supondrá una transformación radical de las cadenas de suministro globales, de modo que las inversiones en minería, refinado y fundición se aumentarán entre 3 y 4 billones de dólares (2,8 y 3,7 billones de euros) para 2030.
Esta es una de las conclusiones de un nuevo informe de Mckinsey que analiza la transición a materiales netos con cero emisiones y sus implicaciones en las cadenas de suministro. Según el estudio, las inversiones en estas áreas se impulsarán a un ritmo anual de entre 300.000 y 400.000 millones de dólares (279.166 y 372.190 millones de euros).
Pero no sólo se incrementarán las inversiones en materiales, sino que la capacidad laboral también tendrá que incrementarse entre 300.000 y 600.000 profesionales especializados en minería. Según Mckinsey, para alimentar estos activos tendrán que ponerse en marcha entre 200 y 500 gigavatios (GW) adicionales de energía para 2030. Esto se calcula que equivalga entre el 5% y el 10% de la capacidad estimada de energía solar y eólica para 2030.
CAMBIOS TECNOLÓGICOS “SIN PRECEDENTES”
Y es que, en el marco de una economía que se encamina a la descarbonización para librarse de emisiones, se requerirá de cambios de tecnológicos en todas las industrias a una velocidad “sin precedentes”, según el texto.
Estas tecnologías suelen requerir más materiales físicos para el mismo rendimiento en comparación con sus homólogas convencionales durante la fase de construcción. Por ejemplo, tal y como indica el informe, los vehículos eléctricos de batería (BEV) suelen ser entre un 15% y un 20% más pesados que los vehículos con motor de combustión interna (ICE) y, por tanto, se convertirán en un motor clave de la demanda de materiales en las próximas décadas.
De hecho, la consultora sostiene que el suministro de muchos minerales y metales integrados en tecnologías clave con bajas emisiones de carbono se enfrentará a una escasez de aquí a 2030. Mientras que algunos materiales, como el níquel, pueden experimentar una escasez moderada, aproximadamente entre el 10% y el 20%, otros, como el disprosio, material magnético utilizado en la mayoría de los motores eléctricos, podrían sufrir una escasez de hasta el 70% de la demanda.
CONCENTRACIÓN DE SUMINISTROS
El informe destaca que probablemente se observe una elevada concentración del suministro de minerales y metales en varios países, como por ejemplo China (elementos de ‘tierras raras’), República Democrática del Congo (cobalto) e Indonesia (níquel).
Asimismo, el estudio recoge que, en combinación con un panorama normativo cada vez más centrado en la regionalización, como se observa en la Ley de Reducción de la Inflación de EE.UU. y en el Plan Industrial Green Deal de la UE, estos suministros concentrados podrían afectar al acceso regional a los materiales dentro del ámbito de ciertas áreas, incluso cuando el mercado mundial esté equilibrado.
En el lado de la demanda, el informe apunta que las industrias transformadoras tendrán que cambiar los patrones de demanda hacia tecnologías probadas que requieran menos materiales o que necesiten materiales diferentes cuya oferta esté menos limitada.
Esto podría implicar la investigación de opciones para la sustitución de materiales con restricciones a largo plazo o que se encuentran en una región determinada. En términos de innovación, el socio de McKinsey & Company, Bruno Esgalhado, entiende que “deben ampliarse las inversiones en innovación de materiales y tecnologías de vanguardia, especialmente en aquellas tecnologías relacionadas con energías renovables, almacenamiento de energía e hidrógeno, así como soluciones circulares o materiales de próxima generación”.
MEJORES PRÁCTICAS DE RECICLAJE
Respecto a la oferta, el estudio sostiene que los inversores podrían considerar la posibilidad de centrarse en la mejora de las prácticas de reciclaje de nuevos materiales, como los minerales de tierras raras, así como en soluciones innovadoras para aumentar el rendimiento de los activos existentes.
Las políticas aquí podrían facilitar la ampliación de la oferta agilizando los procedimientos de concesión de permisos para el desarrollo de nuevos activos. El estudio señala que las políticas también podrían permitir un cambio de la demanda hacia tecnologías alternativas garantizando la igualdad de condiciones entre las diferentes opciones tecnológicas, así como salvaguardando la seguridad regional del suministro y la competitividad de la industria.
El socio senior de MacKinsey & Company, David González, apunta que como primer paso para mitigar el riesgo y aprovechar las “enormes oportunidades” que presenta la transición de materiales, será fundamental que tanto los gobiernos como las empresas mantengan o refuercen su comprensión de la dinámica de la cadena mundial de suministro de materiales y de los posibles escenarios a largo plazo.
Desde las administraciones públicas, por ejemplo, se podría ayudar a arrojar luz sobre la seguridad del suministro y salvaguardar la competitividad a largo plazo de las industrias locales. Para las empresas, puede servir de base para tomar medidas decisivas que las sitúen como líderes del sector en los próximos años”.
McKinsey anota estas recomendaciones teniendo en cuenta que existe el riesgo de que el suministro de materiales no se amplíe a la velocidad necesaria. El estudio concluye que se ha demostrado que la energía y los materiales están estrechamente interconectados y, por lo tanto, el mundo también tendrá que pasar por una transición de materiales para cumplir sus ambiciones de cero emisiones netas. EP