Celsa mira a Francia y Estados Unidos a la espera de la SEPI

9 diciembre 2021

El grupo siderúrgico acaba de iniciar la fase de pruebas del nuevo tren de laminación en el complejo industrial construido en Bayona (Francia), donde invirtió hasta 60 millones de euros. A la espera del oxígeno de la SEPI, el conglomerado de la familia Rubiralta logra buenas noticias en Francia mientras ve la oportunidad de crecer en Estados Unidos con el fin de los aranceles al acero procedente de Europa.

Desde la firma explicaron a Carles Huguet de Economía Digital que las pruebas del tren de laminación en el centro de Bayona comenzaron recientemente casi dos años después del inicio de la construcción. La compañía consiguió la financiación de la entidad austriaca Raiffeisen Bank.

De este modo, Celsa aspira a producir en Francia hasta 555.000 toneladas de productos laminados al año. Será de la mano de Intersig France, uno de sus principales clientes, que se ha comprometido a adquirir parte de los artículos que salgan de la planta gala.

“El nuevo tren de laminación supone poder elaborar productos acabados y acceder así a un mercado de productos de mayor valor añadido, que aportarán mayor capacidad de retorno y rentabilidad sobre la inversión”, celebran fuentes de la organización.

De menor tamaño es hasta el momento la apuesta por Estados Unidos, aunque cuente el territorio americano con la oportunidad surgida del último acuerdo entre la administración Biden y la Unión Europa: el acero procedente del Viejo Continente ya no debe tributar un 25% de aranceles.

Celsa tiene ya una pequeña delegación comercial en Miami, a la que ahora se le abre la posibilidad de ganar cuota en un mercado de hasta 3,4 millones de toneladas –la cifra que la UE podrá exportar a Estados Unidos sin aranceles–. Tendrá la ventaja de que la producción salida de Turquía, Rusia o China (más barata) sí deberá pagar impuestos para acceder al país.

La compañía catalana aspira así a vivir un 2022 que siga la tendencia positiva de 2021. La compañía estima que alcanzará los 5.200 millones de ingresos, casi 2.000 millones más que la cifra de negocio de 2020, un ejercicio marcado por la crisis sanitaria.

La progresión de los ingresos, que superarán holgadamente los previos a la pandemia, tiene tres claves: las políticas expansivas de la reactivación económica, el frenazo de China en los incentivos a las exportaciones siderúrgicas y la prórroga de las medidas de salvaguarda de la UE frente al acero procedente de Rusia.

Celsa espera a la SEPI
Sin embargo, Celsa todavía necesita el rescate de la Sociedad Española de Participaciones Industriales (SEPI) a través del Fondo de Apoyo a la Solvencia de Empresas Estratégicas; una ayuda que, según varios medios, rondaría entre los 500 y los 600 millones de euros. El parón de la actividad causado por el coronavirus agujereó las cuentas de la empresa.

En una reciente ronda de entrevistas, el presidente del grupo siderúrgico, Francesc Rubiralta, declinó ofrecer ningún detalle sobre la fórmula contemplada para obtener unos ingresos que deberían servir para pagar a los fondos acreedores que compraron la deuda a la banca en los últimos años.

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