El museo del Louvre inaugurado esta semana en Abu Dhabi tiene acento español, ya que la multinacional Acerinox ha suministrado unas 550 toneladas de acero inoxidable para la construcción de su espectacular cúpula. En concreto, la fábrica de Roldán, en Ponferrada (León), ha proporcionado 250 toneladas de acero inoxidable corrugado. A este pedido hay que sumar otras 300 toneladas de acero inoxidable dúplex fabricado en Columbus, la planta que Acerinox tiene en Sudáfrica.
La citada cúpula, elemento árabe tradicional utilizado para suavizar las condiciones climáticas de la región, tiene 180 metros de diámetro, 36 metros de altura en su punto más alto y aproximadamente 7.500 toneladas de acero –igualando prácticamente a la Torre Eiffel– que se soportan solo en cuatro puntos de apoyo. Estos se han ocultado en el interior de los edificios del museo, “creando la ilusión de que todo el domo está suspendido en el aire”, describe la empresa.
La estructura está compuesta por ocho capas superpuestas de encajes geométricos que se asemejan a una red o tejido, por donde entra la luz del sol generando un efecto similar a los rayos que se filtran por las hojas de las palmeras. Para conseguir este espectacular efecto que inunda todo el recinto y que Jean Nouvel ha denominado “lluvia de luz” se han utilizado unas 8.000 piezas conocidas como estrellas. Solo en el revestimiento exterior se han instalado 4.680 de esas estrellas, de las que 3.821 son únicas en forma y tamaño.
La cúpula cubre más de 64.000 metros cuadrados de superficie construida entre la arena y el mar. Un complejo compuesto por 55 edificios geométricos de baja altura, pabellones, plazas, pasillos y canales cubiertos que transporta al visitante a una antigua ciudad árabe. En el recorrido pueden transitarse 9.200 metros cuadrados de galerías de arte.
Distintas soluciones de sostenibilidad, eficiencia energética y construcción han buscado la protección de la estructura, la estabilidad de condiciones medioambientales, control de luz, humedad y temperatura, lo que debería permitir “una conservación óptima de las obras de arte y favorecer el bienestar del visitante”.
Las 23 galerías ofrecen ocasionalmente ventanas al mar, al cielo y a los patios exteriores. Además, el museo dispone de un espacio para exposiciones temporales, un museo interactivo para niños, un auditorio de 200 plazas, un restaurante, una cafetería y un espacio comercial.
En su interior se muestran desde piezas de origen prehistórico a obras de arte contemporáneas. Según ha expresado su director, Manuel Rabaté, se “permite a los visitantes caminar en el tiempo”, y “conectar las obras y hacer hincapié en nuestros valores comunes. De ahí la idea de ser el primer museo universal”.